Ángel Iván deslumbra con malabares en los semáforos de Irapuato.

En una concurrida esquina conocida como los ‘2 Marianos’, ubicada sobre la Av. Mariano J. García y Mariano Abasolo de Irapuato, entre el ruido del tráfico, una figura destacada capta la atención de conductores y peatones por igual. Ángel Iván, conocido por muchos como ‘El Malabarista del Monociclo’, ha convertido la espera en los semáforos en un espectáculo que sorprende y deleita a todos.

Ángel Iván, originario de Irapuato, encontró en los malabares una forma de expresión y sustento. Gente que venía de distintos puntos del país fueron los que lo inspiraron a realizar este arte, y poco a poco fue aprendiendo algunos trucos básicos de malabarismo con pelotas, recuerda Ángel con una sonrisa. Hace siete años, decidió trasladar su talento a las calles.

“El semáforo se convirtió en mi escenario y sustento”, explica.

Cada vez que el semáforo se pone en rojo, Ángel entra en acción, lanzando al aire platos, pelotas y cucharas, y dando su show sobre su monociclo, todo con una habilidad impresionante. Su rutina, que dura menos de un minuto, logra arrancar aplausos y sonrisas de quienes lo observan.

Ángel no solo ve su trabajo como una forma de ganarse la vida para él, su esposa y sus dos hijas, sino como una manera de brindar un momento de alegría en medio de la rutina diaria.

“La gente cuando transita por aquí viene con una cara triste y, realmente, si puedo hacer que alguien sonría, aunque sea por un instante, siento que mi día ha valido la pena”.

Estuvo dos años en Mexicali trabajando, pero vivió una mala experiencia ya que le robaron su material de trabajo, el monociclo, el cual le cuesta aproximadamente 6000 pesos. Aunque también ha recorrido gran cantidad de ciudades en el golfo del país, como Mazatlán, Culiacán, Hermosillo y Tijuana, llevándose una grata experiencia.

A pesar de estos desafíos, Ángel ha encontrado en su público un gran apoyo.

“Hay días en que las monedas no son muchas, pero los aplausos y las palabras de ánimo me llenan el corazón. Cuando me dicen que muchas felicidades porque no cualquiera lo hace, eso no tiene precio”.

Ángel Iván sueña con poder llevar su talento a otras partes del mundo.

“Me gustaría conocer otros países, buscar un taller o una convención de malabares y poder conocer a uno de los mejores de todo el mundo, Wes Peden”.

La historia de Ángel es un recordatorio de la importancia de la pasión y la perseverancia. En cada semáforo de la ciudad, Ángel no solo ve una luz roja, sino una oportunidad para mostrar su talento y tocar la vida de las personas, aunque sea por unos breves segundos. Su dedicación y amor por los malabares son un ejemplo inspirador de cómo, con determinación, se pueden transformar las circunstancias más difíciles en algo positivo.

Información. Periódico Correo.

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